lunes, 5 de diciembre de 2011

MIS PRACTICAS (CUENTO)


EL APRENDIZ


Todo transcurría lentamente en la vida del aprendiz. Sentía que todo se endurecía, en otras palabras, se complicaba.
En esta parte el aprendiz necesitaba transcribir en un papel los pasos a seguir de su futura tarea, y por ser justamente futura, y no pasada, le costaba escribirlo. No podía escribir, o en cierta forma, no podía programar sus pasos futuros.
Dolores de cabeza y confusiones internas le llevo poder escribirlas, se sintió aliviado en cierta forma; pero sabia, que un incierto futuro se le acercaba y le precipitaba un miedo no poder pisar donde el había marcado previamente su pisada.
El momento llego y de la mano también llegaron los nervios. El aprendiz debía ahora demostrar que podía utilizar en ese camino las miles y miles de herramientas que cargaba y que había tomado en un largo camino de cuatro años.
El aprendiz por poco vomitaba de los nervios. Sabia además que otros ojos lo observarían, serian esos ojos los jueces, o también, los escribanos de cada paso.
Por suerte el aprendiz se dio cuenta que ese momento de tensión inconmensurable se podía canalizar por un sentimiento de alegría. ¿Cómo podía haber lugar para la alegría en medio de ese escenario tenebroso? Fácil, pensó el aprendiz, porque cada paso que de, bien o mal, me sirve para poder seguir caminando. Porque no hay recetas mágicas o caminos ya estipulados. Cada camino lo marca uno, o mejor dicho, lo construye. Y lo construye mejor con la ayuda de otros.
El aprendiz al final camino sin tantos nervios. Bien o mal no se sabe, lo que si se sabe es que camino. 

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